Era
de suponerse, nunca está el ascensor en planta baja, sobre todo cuando yo
quiero subir. Encima ando tan justo de tiempo. Va, como siempre. Ay!, Ernesto,
¿algún día vas a llegar temprano? No, claro, es imposible, este edificio es
exageradamente alto y nunca está el ascensor. Ahí viene. Hola, que tal, buen día
Sr. Fernández, que linda su corbata. ¿Se cambió el peinado? ¿No? Que feos son
los silencios en esta caja de metal. Piso 15, 16 y subiendo. Dicen que hoy habrá
sol todo el día, ¿no es fantástico? ¿No? ¿Qué pasa que este no me sigue la
charla, tendré mal aliento? No, Ernesto, tranquilo, recuerdo haberme lavado los
dientes. Bueno, quizá aún no despertó del todo. Esta medio sonámbulo, sí. Me
mira fijo pero distraído. Tiene la corbata floja Sr. Fernández, deje que se la
acomodo. Opa, opa!, que yo se la acomodo a usted, a mí no me toque que estoy
bien. No importa, igual ya bajo. ¿Usted también? No, yo bajo. Piso 30, este es
el mío. Los dos juntos no pasamos. Pase usted. Bueno gracias paso yo.
- Que tal, Delia.
- Buen día Ernesto, que raro vos solo en
el ascensor, con el terror que te dan.
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ExpressAte sin aluciones político-religiosas malintencionadas. Gracias!