<El mundo nos mira de lejos...>, dijo Lucia, sin previo aviso, y se cebo un mate amargo. Tenia los ojos aun pintados de negro. Desparejos. Las pestañas apelmazadas. Pasó el mate y apretó los labios. Quería seguir hablando, pero no estaba segura de que decir. La noche no había hecho un corte limpio y el día la sorprendió desnuda de escudos. Desnuda de cobijas. La ronda era corta y el mate volvió rápido. Se cebo otro. Aun con la bombilla en la boca levantó la vista y miro a Sandra, que escondida entre los tallos largos de las margaritas medio muertas parecía adormilada. Aprovecho el de reojo y paseó la mirada hasta la hamaca del patio. Nico dormía desplomado. Desordenado. Increíble. Ajeno a todo lo que pasaba en el rellano del comedor. <... y yo queriendo tenerte tan cerca. Tan ciego>. Sandra espabiló y agarro el mate que le pasaban. Nico dormía. Iridiscente. Lucia apretaba los labios. La noche, tan larga, tan sobria, se encaprichaba en perdurar. El mate amargo. Los tallos largos de las margaritas medio muertas. El amor que por ahora no es. Y digo, por ahora. A propósito. Porque el para siempre es solo una opción.
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ExpressAte sin aluciones político-religiosas malintencionadas. Gracias!