viernes, 29 de septiembre de 2017

Carta de un Millenial a quien odia las tostadas de palta.

Se dice mucho de los millenials. Que rehuimos responsabilidades, que tenemos conceptos muy laxos en cuanto a matrimonio y maternidad, que perpetuamos etapas, que preferimos gastar en lattes maquiatos y tostadas de palta antes que ahorrar para la casa. Puede ser. Pero también es cierto que adoramos un concepto de vida que no es el de dejarse llevar por la marea de deberes y metas socialmente impuestas, el de ir con la corriente diaria, aceptando todos los vaivenes, sin discutir. "Antes de tal edad tenes que terminar una carrera", "antes de tal edad tenes que tener un trabajo estable en el que intentes escalar por el resto de tu vida", "antes de tal edad tenes que casarte y tener hijos", "antes de tal edad tenes que preocuparte por tener una casa"... No. Decidimos dejarle todo eso a la generación X (sin ofender). Nosotros intentamos vivir al maximo, pensando a cada momento si esto que estoy por hacer es beneficioso para mi vision de futuro o no, si me suma, si me da placer, si es bueno para mi. Egoístas o no, perseguimos el puro hedonismo de ser quienes somos, de vivirnos, de ser creativos a nuestro modo, de desechar aquello que nos retiene o nos estorba. Porque en este siglo XXI, en el que tanto se habla de mindfulness, meditación, fit life y abrazar la autoconciencia, permanecer en un ambiente/trabajo/grupo/actividad que no nos representa o reconoce no es valido. Y a raiz de esta lucha es que desarrollamos capacidades ilimitadas para el tan envilecido Multitasking. Por que para ir mas allá de lo que ven nuestros ojos debemos hacer mil cosas a la vez. Y es que, un solo sueño no nos alcanza. 
Pero ¿que pasa cuando, en el mejor de los casos, nuestro hobbie se vuelve nuestra meta y esta, nuestra profesión?. Y peor aun, ¿que pasa cuando se tiene mas de un hobbie? Ahí es cuando nos crecen varios brazos mas para poder cumplir con lo que haga falta hacer para lograr esas metas sin jamas dejar de disfrutar el proceso. ¿Se puede disfrutar el trabajo?. Si. ¿Se puede disfrutar el aprendizaje?. Si. ¿Se puede hacer todo eso mientras cuidamos nuestros cuerpos y mantenemos una buena vida social?. Si. Porque amar la palta y el café expreso no nos hace menos eficientes. Porque invertimos en el disfrute del proceso mas que en la meta final. Porque nos gana la impaciencia y no podemos esperar los resultados a largo plazo. Vivimos el ahora. No el mas allá.

Hoy escuchaba el podcast de Lewis Howes (ep.542) en el que entrevista a Nilofer Merchant y en cierto momento de la charla ella dice algo así como: si no tenes/estas en un grupo que valora tus ideas, tenes que crearlo. Porque todos nosotros tenemos la capacidad de aportar buenas ideas al mundo, solo tenemos que encontrar quien este dispuesto a oírlas.

Trascender, esa es nuestra meta. Search for our onlyness









lunes, 25 de septiembre de 2017

Equipo Montclair

- ¿Sabes? Me he preguntado muchas veces si nosotros también podríamos haber sido unos Baltimore...
- Somos unos Montclair. Y así sera siempre. ¿Por que habría de cambiarlo?. Todo el mundo es diferente, Markie, y puede que ese sea el secreto de la felicidad: estar en paz con lo que eres.
- Que razón tienes, mama.
J. Dicker - El libro de los Baltimore



Estar en paz con lo que uno es, decía la Sra Montclair, es la clave de la felicidad. Y es que para eso uno debe tener en claro quien es. Luego aceptarlo. Luego amarlo. Solo recién se llega a ser feliz.
Claro que, en el inframundo actual, en la era de las múltiples plataformas virtuales, de redes y perfiles, saber quien es uno realmente a veces se pierde de vista. Se puede ser quien quieras, cuando quieras, quizás hasta logrando que tus diversos Yo nunca se crucen. Pero, ¿quien de todos ellos se es de verdad?. 
Hace poco escuche un podcast sobre la impaciencia. Mas allá de la ferocidad de la sociedad, de la velocidad tan poco sana que usamos para transitar la vida, esta la propia impaciencia, la que se tiene con uno mismo. El deseo de ser de tal o cual forma, empleando grandes cantidades de energía y generando por defecto otras tantas de stress, gesta un tipo de impaciencia enfermiza. La insoportable levedad de ser perfecto. Y la pregunta es ¿perfecto según quien?. o ¿para quien?.
Cultivar la paciencia hacia nosotros mismos, aunque no seamos pacientes en general, ayuda a lograr la tan ansiada aceptación. Si no somos indulgentes con nosotros mismos, te vas a dormir cada noche, acostándote con el enemigo. 
No importa quien sea para los demás, importa quien soy para mi. Ser la mejor versión de mi misma, es ser quien me hace feliz. 

¿Para que ser un Baltimore, si se puede ser un Montclair?


(Podcast: The school of greatness- Lewis Howes - Ep540 Imperfect is perfect)

sábado, 2 de septiembre de 2017

Sorpresa!

Eran mas de las diez y Claudio no habia llegado. Patricia estaba nerviosa, inquieta. El no era asi, no la dejaria plantada, justo esa noche, justo en aquel lugar. Consulto su reloj. Le dio varios golpes con el dedo indice para corroborar que no estaba descompuesto. Camino hasta la esquina para ver si lo veia venir. Su auto rojo casi destartalado sonaba a la distancia pero la noche se oia muda. Volvio a esperar en la puerta del restaurant. Llevaba un vestido negro ajustado y zapatos de tacon. Parecia prostituta, pero a Claudio le gustaba. Deseo no haberse vestido asi para nada. Volvio a consultar su reloj.  Pasaban quince minutos de la hora convenida. Claudio, la re put@ madre, penso Patricia. De pronto, en la lejana oscuridad de la noche,escucho el inconfundible sonido del caño de escape pinchado del taunus rojo. Se precipito al cordon. El vehiculo freno casi en sus zapatos, haciendo que Claudio rebotara mecanicamente de adelante hacia atras. Bajo. Miro a Patricia y emitio un largo chiflido a la vez que la miraba de pies a cabeza. Por fin!, exclamo ella, siempre tarde vos eh!. Disculpa Patito, se me trabo la maquina. Mas  que maquina, eso es una lata. Mirada furiosa. Bueno, dejate de joder y vamos, que se hace tarde. Trajiste el bolso. Si querido. Listo, las damas primero negra. Ambos caminaron lenta y calmadamente hacia el restaurant. La recepcionista los saludo y les ofrecio una mesa en el fondo. Patricia le puso la mano derecha en el hombro izquierdo, y con la otra saco el revolver que tenia en la cartera, entre labial y perfume, y se lo apoyo en la cadera. Mejor vamos a la caja y me das todo lo que haya. La mujer miro a Claudio, desorbitada. Hace lo que te dice piba. Esto es un asalto!.