miércoles, 14 de marzo de 2018

El ángel caído

Susana llego aquel día al hospital, como cada mañana desde hacia 10 años, con su reluciente uniforme blanco y esa sonrisa tan especial, tan querida por todos. 
Su sala de enfermos era la mas delicada, a la que ibas a parar cuando las cosas se te ponían en verdad difíciles. Sin embargo, era la mas cuidada, luminosa y alegre del hospital. Susana se encargaba de que así lo fuera. Ya suficiente tenían con estarse muriendo, decía, no necesitaban hacerlo en un lugar horrible. 
Aquel día se presento de arranque complicado. Habia un brote de fiebre en la ciudad y los padecientes no paraban de llegar. Niños, adultos, ancianos. El hospital reventaba y Susana corría. Volaba en un remolino de vendas frías y ungüentos. Se aguantaba el llanto tragando mares. No dejaba jamas que la congoja de la calamidad le impidiera hacer su trabajo, ese que tanto amaba. 
Perfilaba la tarde. Los últimos convalecientes ya estaban instalados y en la sala pesaba un silencio agotador. Sentada de costado a la ventana, Susana cambiaba las vendas de un joven que volaba de fiebre y temblaba de frío. Llevaba tres mantas que no llegaban a abrigarle el dolor. El lloraba. Ella no. Ella susurraba hermosas palabras de cariño, ignorando por completo la presión de su pecho.El joven se agarraba desconsolado a las faldas de su ángel. Un ángel caído. Sollozaba, temblaba, sudaba. Ya no alcanzaban ni las mantas ni las vendas para quitarle el frío de los huesos. No sabiendo mas que hacer, Susana se acostó a su lado. Abrazo al joven como una madre acunaría a un niño pequeño. Le echó cuanto pudo su cuerpo encima, regalándole a la vez su calor y protección. Y allí, hundido en un mar de lagrimas, sudores y terrores, el ángel caído contuvo al joven y a los otros 29 enfermos que había a su alrededor.< Nadie va a morirse hoy>
Susana sabia que nunca jamas se inventaría medicina mas poderosa que la propia Humanidad.

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El ángel caído recobra la vida 
Le sangran las manos, se lame la herida 
No olvida, no deja que el viento apague 

El fuego que hay en su interior

2 comentarios:

  1. No está mal, pero tampoco muy bien. Algunos errores ortográficos que habría de poner atención como por ejemplo.
    Dice:
    «Le hecho cuanto pudo su cuerpo encima»
    Debe decir:
    «Le hechó cuánto pudo su cuerpo encima»
    Mejor aún:
    «Le abrigó su cuerpo con el suyo»
    También:
    «Como si ella fuera una manta humana cubrió su cuerpo»
    Hay tantas mejores formas.

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ExpressAte sin aluciones político-religiosas malintencionadas. Gracias!